Las últimas frases de Rajoy confirman que vive en otra realidad
Mariano Rajoy no tiene reparos en presentarse ahora como garantía de estabilidad. Su asombrosa incapacidad de sentir el pulso de la sociedad ha quedado patente en la entrevista de este miércoles con Ana Rosa Quintana en Telecinco. Estas son algunas de las ‘perlas’ que soltó (Juan Bosco Martín Algarra)
“Los casos de corrupción no tienen por qué afectar a las negociaciones”
¿Habrá leído Rajoy los principales problemas que preocupan a los españoles en la últimas encuestas del CIS? Debería hacerlo para enterarse de qué tipo de país gobierna. En estos momentos, los españoles están más preocupados por la corrupción que por el terrorismo. ¿Qué hay de extraño en que la corrupción se haya convertido en un escollo descomunal para concretar cualquier pactos? Está claro que alcanzar un pacto de Gobierno sería un éxito de Rajoy, pero… ¿imagina el presidente qué coste tendría para sus interlocutores pactar con el principal responsable político de la corrupción actual? ¿O es que habría pactado Aznar con Felipe González en 1996?
“Las detenciones de ayer en Valencia demuestran que no hay impunidad y el PP sigue siendo implacable”
Las detenciones de ayer en Valencia demuestran que el PP ha constituido durante años, muchísimos años, un descontrol galopante, un hontanar de ilegalidades y un basurero ético. Sí, estoy de acuerdo con el presidente en que también hay corrupción en otras formaciones. Podría hablarse mucho del PSOE y los EREs, pero eso, amén de un consuelo de tontos, no exculpa a Rajoy de ninguna responsabilidad en los últimos 12 años, en los cuales ha fungido como máximo responsable del Partido Popular.
“Rita Barberá y Camps están absolutamente limpios”
Francisco Camps y Rita Barberá ocuparon los cargos políticos más importantes de la Comunidad Valenciana durante el periodo en que sucedieron muchos de los escándalos en proceso judicial. Personas de la máxima confianza de Rita Barberá fueron detenidas ayer. No se debe afirmar que los dos líderes valencianos sean culpables por los presuntos delitos de sus colaboradores, pero resulta chocante absolverles de toda responsabilidad. Como tampoco puedo absolver a quien tranquilizó a un corrupto confeso con el famoso “Sé fuerte, Luis”.
“Uno de los grandes temas para estos cuatro años será tomar las decisiones necesarias para evitar que se repitan estas cosas”
La mejor respuesta a esta frase la ofreció el portavoz parlamentario de Ciudadanos, Juan Carlos Girauta, 24 horas antes de haberla pronunciado el presidente. “No parece que Rajoy sea el más indicado para liderar la lucha anticorrupción”. Casos que salpican al PP como Gürtel, Púnica, Nóos, Palma Arena, Umbra, Troya, Faycan… y otros han estallado siendo Rajoy el presidente del partido, y no parece que la población esté satisfecha con sus decisiones para evitar que se repitan.
“Hemos aprendido y esto en el futuro no va a volver a suceder”
No me cabe duda de que ningún responsable del Partido Popular desea que se produzcan tantos escándalos. Pero tampoco me cabe duda de que si continúan al frente los mismos responsables, con mecanismos de prevención tan ineficaces, volverán a producirse. Como diría el mismo Rajoy, la política no es un juego de niños ni un plató de televisión: no pueden admitirse arrepentimientos frívolos o vacíos de contenido.
“Desde luego vamos a dar, esto ha ocurrido, plena independencia a la Fiscalía, a la Agencia Tributaria, a los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado y la Justicia”
Es quizá la frase más sorprendente de todas y que refleja un estado de error tal que explica en sí mismo cómo se ha extendido el cáncer de la corrupción en un partido que hizo de la honestidad su bandera. Ni la Fiscalía ni la Justicia ni los funcionarios de Hacienda requieren de ningún permiso político para cumplir con su trabajo. Ni el Partido Popular ni su presidente se merecen ningún aplauso por no incumplir las leyes. ¿Habrá reflexionado Rajoy de la barbaridad que ha dicho?
“Ahora se hacen muchas quinielas pero yo soy partidario de hacer lo que dice el sentido común y lo primero respetar a las personas y lo que han votado”
Error. Los electores no han votado por una persona. Han votado por una siglas representadas en una lista de candidatos cerrada. El ciudadano no puede discriminar un nombre en favor de otro. Se tiene que ‘comer’ el pack completo. Podría decirse que el elector asume, porque no le queda otro remedio, que quiere como presidente a quien encabeza la lista. Pero lo mismo valdría decir lo contrario. O figurar que tal vez muchos votantes prefieren más al número 2 (o al 3, o al 13 o al 22) que al número 1. Rajoy, tan propenso a exigir el escrupuloso cumplimiento de la ley, debería saber que España no elige directamente a una persona para presidir un gobierno, sino a unos diputados que lo invisten en un Parlamento. Y este Parlamento, le guste o no, no está por la labor de auparle de nuevo a la presidencia.
“Le voy a pedir a mi partido que quiero ser el candidato. Creo que puedo presentar un buen balance de legislatura”
Rajoy se ha convertido en el segundo presidente de la historia de España que más votos ha perdido de una elección a otra. Cierto que puede presentar algunos logros importantes, en su mayoría económicos, pero… ¿han sido suficientes para los españoles? Si es verdad que hoy estamos mejor que 2011, ¿cómo es posible que tres millones de votantes del Partido Popular hayan expresado su desacuerdo absteniéndose o votando a otras fuerzas? ¿A eso llama Rajoy “buen balance”?
“A nosotros nadie nos reconoce nada bueno. Si las cosas van mal es por nuestra culpa y si van bien es por los astros”
¡Bienvenido a la política española, señor Rajoy! Bien le vendría un paseíto por la hemeroteca y recordar algunas de sus intervenciones parlamentarias entre 2009 y 2011. ¿Dedicó Rajoy algún aplauso, por mínimo que fuera, a cualquier decisión del Gobierno Zapatero? ¿Lo hizo Aznar con González entre 1989 y 1996? Y sí, señor Rajoy, llámelo “astro”, “Draghi” o “fracking” pero usted tiene mucho que agradecer a acontecimientos internacionales inopinados, al igual que Zapatero los tuvo que padecer. Sin negar que ZP resultó una calamidad para los intereses de España, no es menos verdad que él no tuvo la culpa de la crisis subprime o de la caída de Lehman Brothers. Y nunca Rajoy, como líder de la oposición, tuvo el detalle de exculparle por ello.
“Un pacto implica cesiones por todas las partes (…) Eso da seguridad, estabilidad y certidumbre. Pero hay algunas cosas sobre las que no estoy dispuesto a hablar: la unidad nacional, la igualdad de todos los españoles, la pertenencia a la UE y el euro, la soberanía nacional, la lucha contra el terrorismo…”
Si realmente Rajoy estuviera de acuerdo por concretar un pacto, no comenzaría señalando sus líneas rojas. Rajoy necesita del apoyo ajeno, pero pone antes condiciones de obligado cumplimiento. Quizá habría sido más lógico esperar qué proponen los demás. Al fin y al cabo, la responsabilidad de formar gobierno no la tenía, en primera instancia, ni Sánchez ni Ciudadanos.
“El PP tiene mayoría en el Senado y no podrían hacer las reformas que quieren porque no tienen los votos necesarios”.
Veamos lo que dice el Reglamento del Congreso de los Diputados y el artículo 90.2 de la Constitución: “Si el Senado introdujera veto o enmienda, el texto ha de volver, junto con un mensaje motivado, al Congreso de los Diputados para su eventual ratificación. El Congreso de los Diputados puede aprobar o rechazar las enmiendas del Senado por mayoría simple de sus miembros, y levantar el veto por mayoría absoluta o bien por mayoría simple una vez transcurridos dos meses desde la interposición del mismo”. ¿De verdad no puede gobernar un Ejecutivo sin respaldo en el Senado?
“El PP no se abstendría en una investidura de Sánchez porque el PP ha ganado las elecciones. Tendría su gracia que el PSOE no consiguiera el apoyo de Podemos y tuviera que apoyarle el PP”.
Lo que tendría su gracia es que Pedro Sánchez respaldase, por acción u omisión, la investidura de un presidente de quien ha afirmado, bonitamente y sin rumor alguno ante las cámaras de televisión y millones de españoles, que “no es una persona decente”.
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