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domingo, 21 de fevereiro de 2016

EL VENTANO - 21 DE FEVEREIRO DE 2016

Ni refugiados ni Le Pen: quienes acabarán con las libertades en la UE son sus dirigentes

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Alguien dijo que lo único que podía salvar a la democracia liberal sería una izquierda inteligente, y que si esa opción fallaba, el peligro de un nuevo autoritarismo entraría a galope por nuestras puertas (Soledad Gallego-Díaz)

El 11-S se comprobó en Estados Unidos que los terroristas no podían acabar con las libertades de los ciudadanos. Eso solo lo podía conseguir el fiscal General, John Ashcroft (que creó Guantánamo y las leyes patrióticas). La frase es de Jon Stewart, el más grande de los comediantes de la televisión americana, y se aplica al universo entero.
Nadie acaba mejor con las libertades y los derechos de los europeos que los propios dirigentes europeos. No son los inmigrantes ni los refugiados los que van a hundir la idea de Europa, sino la innoble utilización del indudable problema que plantean. La obtusa posición de Francia, sometida ¡durante seis meses! al Estado de Emergencia y cuyo gobierno, presidido por un socialista, se niega a apoyar la respetuosa política de asilo de Alemania, hará mucho más por destruir nuestras libertades que las amenazas de Le Pen.
Alguien dijo que lo único que podía salvar a la democracia liberal sería una izquierda inteligente, y que si esa opción fallaba, el peligro de un nuevo autoritarismo entraría a galope por nuestras puertas. Quizás habría que reclamar la urgente revitalización de la democracia cristiana, prácticamente muerta, asesinada por los populismos de derechas (tanto hablar contra los populismos y resulta no hay nada más asquerosamente populista que el ministro español del Interior, por ejemplo). Por lo menos, su historial de respeto a la ley internacional era más presentable que el de sus herederos.
En la UE se discute hasta la saciedad lo que no debería tener discusión. Austria simplemente no tiene derecho a decir que solo aceptará 80 demandas diarias de asilo. Los cuatro de Visegrado (Polonia, Hungría, Eslovaquia y República Checa) no tienen derecho a perseguir a su minoría gitana, ni a expulsar a los musulmanes solicitantes de asilo. Merkel, a la que tantos errores cabe atribuir en la gestión de la crisis económica, se merece apoyo en su decidido respeto de las leyes de asilo. No es tan difícil de comprender. Como decía un actor norteamericano, “acabar con la pobreza mundial debe ser difícil. Dar de comer a estos niños, no”.
Los refugiados tienen derechos. Los estados democráticos están obligados a acogerlos de manera humanitaria: no es una opción ni un tema a debate, pero en la cumbre europea que se acaba de celebrar, los jefes de gobierno pasaron seis horas discutiéndolo, horas que, para colmo, no sirvieron de nada. Los datos son evidentes: si Austria cierra su frontera o la permeabiliza a gotas, si la ruta terrestre de los Balcanes se cierra con vallas y muros, millones de seres humanos quedaran atrapados en Grecia y Turquía. Y finalmente atravesarán el Mediterráneo por rutas cada vez más peligrosas, ahogándose a centenares o miles por el camino.
Todo el mundo sabe lo que va a suceder. Todo el mundo conoce la solución, los mecanismos que pueden impedir la catástrofe: establecer acuerdos con Turquía y Jordania que permitan trasladar a Europa a esos centenares de miles de personas de manera ordenada y segura, distribuyéndoles por cuotas en la mayoría de los 28 países que integran la UE. Todo ello mientras se intenta acabar con la guerra en Siria e instalar un gobierno que expulse al dictador y reconozca un papel a la oposición democrática.
Todo el mundo sabe que tantas crisis simultáneas como se están concentrando en Europa (incluida Turquía, socio de la OTAN) suponen un auténtico peligro. Churchill, un político que no servía para tiempos de paz pero sí para tiempos de amenaza, decía que lo que nunca se debe hacer es tratar de huir de un peligro. Así solo se duplica. Por el contrario, si se afronta con prontitud, ese peligro se reducirá un 50%. Tal y como están las cosas, eso ya sería mucho.

EL VENTANO - 21 DE FEVEREIRO DE 2016

Los alumnos de las universidades privadas de Valencia se quedan sin derecho a becas de la Generalitat

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Los alumnos matriculados en universidades privadas de la Comunidad Valenciana no tendrán derecho a las becas que concede la Generalitat, de acuerdo con la planificación para el próximo curso elaborada por el Departamento que Educación, una medida que afectará a los aproximadamente 3.000 estudiantes de las cuatro universidades privadas de Valencia y que supone un apoyo a la enseñanza pública por parte del Ejecutivo valenciano.
Desde el curso 2006-2007, todos los universitarios valencianos tenían derecho a beca con independencia de si estudiaban en la privada o en la pública. Para el próximo curso, la Conselleria de Educación, que preside Vicent Marzá, de Compromís, incrementará casi un 40% los fondos para las becas universitarias y rebajará en todas las ayudas la nota de acceso del 6,5 al 5, un programa que pretende combatir la doble discriminación del alumnado universitario valenciano por razones económicas y académicas estipuladas por el Ministerio de Educación.
Una de las novedades de este programa son las becas salario, una modalidad pionera en España, mediante las cuales el alumnado que acceda tendrá un salario de hasta 600 euros mensuales por curso. También se establece por primera vez el criterio de la igualdad de género en las ayudas, de manera que, en caso de empate en la nota, se otorgará la beca al alumno del sexo menos representado en la carrera solicitada.
De las ocho modalidades de ayudas existentes, cuatro son nuevas: las becas de no-abandono, las de formación a distancia, las de formación en idiomas y las becas salario, estas últimas dirigidas para el alumnado que iniciará por primera vez sus estudios universitarios el curso que viene.
Agencias

EL VENTANO - 21 DE FEVEREIRO DE 2016

Dos de cada tres trabajadores que cobran el salario mínimo son mujeres

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La crisis económica ha agrandado la brecha salarial entre hombres y mujeres en España, que se encuentra en el nivel más alto desde 2008. Medida en términos brutos anuales, alcanzó el 24% en 2013, dos puntos más que hace ocho años, según un estudio realizado por UGT. Un hombre cobra de media 6.160,91 euros anuales más que una mujer. Si la brecha se calcula atendiendo sólo al salario por hora cobrado por hombres y mujeres –por tanto, sin tener en cuenta tipo de contrato y de jornada–, la diferencia ha crecido 3,2 puntos y alcanza el 19,3%.
Las razones de este aumento, explica el sindicato, descansan en la ausencia de políticas de igualdad que impiden corregir la mayor precariedad laboral de las mujeres: contratos temporales más breves, más trabajo a tiempo parcial, sobrerrepresentación en los sectores con sueldos más bajos y en las categorías profesionales inferiores…
De esta forma, de cada tres personas que cobran en España un sueldo igual o inferior al Salario Mínimo Interprofesional (SMI), dos son mujeres: 1,26 millones de personas. Estas mujeres con retribuciones mínimas representan el 18,6% de las asalariadas españolas. Los hombres que perciben el SMI equivalen sólo al 8,3% de los asalariados.
También son muchas más las mujeres que perciben dos veces el SMI, 18.068 euros brutos al año,  que suponen el 56,5% de los asalariados con ese sueldo. A partir de esa zona de la escala salarial, la proporción se invierte en favor de los hombres. Y, en su parte más alta, el número de hombres que cobran más de 72.000 euros al año triplica al de mujeres. Sólo el 0,69% de las asalariadas, un total de 46.888, tienen esos sueldos, por un 2% de los hombres, que suman 146.931.
El informe de UGT constata que la discriminación comienza en el mismo momento en que mujeres y hombres se incorporan al mercado de trabajo. Las trabajadoras más jóvenes ingresan en el mundo laboral con salarios en torno al SMI, mientras los hombres más jóvenes las superan en 2.445 euros anuales. Esa diferencia “se acrecienta y perpetúa” con la edad.

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