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quinta-feira, 31 de dezembro de 2015

EL VENTANO - 31 DE DEZEMBRO DE 2015

Policías tiran al suelo a una marroquí que pidió asistencia sanitaria en la frontera de Melilla

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La Policía Nacional ha abierto una investigación interna sobre dos agentes que tiraron al suelo a una mujer marroquí en el puesto fronterizo de Melilla, en el que había solicitado asistencia médica, tras negarle el paso a territorio español. Organizaciones sociales han criticado que se devolvió a una mujer enferma mientras la Jefatura Superior de Policía ha asegurado que la mujer fingía estar inconsciente cuando se le dijo que no podía pasar a Melilla por carecer de documentación.
En el vídeo, de 36 segundos de duración, se ve como una agente del Cuerpo Nacional de Policía conduce una silla de ruedas con una mujer marroquí en su asiento por el paso peatonal, desde el control documental español hasta la valla metálica que da a “tierra de nadie”. En el trayecto, se escucha a la mujer policía decir “hala, corre a Marruecos”. Ante la negativa de la mujer a levantarse de la silla e irse por sus propios pies, la agente es ayudada por otro policía y entre ambos levantan a la mujer de la silla y la tiran al suelo.
ONG marroquíes han dicho que se trata de una nadorense, Fatima N., de 47 años de edad, con su documentación en regla y que no tenía necesidad de contar con visado para acceder a Melilla. Asimismo han criticado el comportamiento de la Policía porque señalan que se trata de una enferma que iba a entrar en la ciudad española del Norte de África para requerir asistencia sanitaria, por lo que consideran que no dieron un trato humanitario a la misma.
La Policía afirma que”se ve perfectamente que estaba fingiendo estar mareada”, una táctica “que no es infrecuente” entre aquellos a los que se deniega el paso a Melilla cuando no reúnen los requisitos documentales. Además, han señalado que el “volcado de la mujer fue amable” para que no se hiciera daño.
La Jefatura Superior de Policía ha destacado que no es la primera vez que esta misma mujer es rechazada por no tener documentación y finge estar enferma, añadiendo que una vez que el facultativo señaló que la mujer estaba bien y se le dijo que diera media vuelta, es cuando tuvieron que subirla a la silla de ruedas ante su negativa a volver a Marruecos y “hacerse la mareada”.


EL VENTANO - 31 DE DEZEMBRO DE 2015

Francia y los peligros de un poder sin control

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Los franceses fueron invitados a manifestar su amor por la bandera nacional, a comer cerdo y a cantar nuestro himno revolucionario y belicoso, que invita a derramar la sangre enemiga. Una mezcla extraña de discursos sobre la necesidad de luchar contra el ISIS y de proteger el art de vivre à la française (Franck Richard)

Desde el 13 de no­viem­bre, la Repú­blica Fran­­­cesa ofrece un rostro diferente. La proclamación del estado de emergencia de tres meses por una Asamblea Nacional casi unánime (seis diputados votaron en contra), la modificación de la Constitución, la reducción de las libertades de circulación y de expresión fueron las primeras medidas tomadas por un Go­bierno francés fuera de control.
La posibilidad de repetir los desmanes del pasado es grande, y particularmente los cometidos por George Bush después de los atentados del 11 de septiembre de 2001. Acciones inspiradas por otro naufragio, el del Estado francés
“El Gobierno dispondrá en Argelia de los poderes más amplios para tomar todas las medidas excepcionales obligadas por las circunstancias, con el objetivo de restablecer el orden, la protección de las personas y de los bienes y la salvaguarda del territorio”, fue el texto aprobado por la Asamblea Na­cional por 455 votos a favor y 76 en contra el 12 de marzo de 1956, con los resultados ya conocidos de militarización, represión brutal, crímenes y vulneraciones constantes de los derechos humanos en Ar­gelia.
También los plenos poderes fueron otorgados al general Charles De Gaulle, presidente de la Re­pública, en 1958, para “pacificar” Argelia. Más de 50 años después, los consejeros de la Admi­nis­tra­ción estadounidense estudiaron, según parece, la batalla de Argel.
Estos días seguimos encontrándonos en el denominado por Fran­çois Hollande ‘Espíritu de enero’, proclamado al día siguiente de los ataques contra el periódico Char­lie Hebdo y durante el que la clase política francesa reclamaba una “unión sagrada” de todo el país fundamentada en los valores de la República.
Los franceses, más que nunca, fueron invitados a manifestar su amor por la bandera nacional, a comer cerdo (una reivindicación del Front National de Marine Le Pen) y a cantar nuestro himno revolucionario y belicoso, que invita a derramar la sangre enemiga. De este mezcla extraña de discursos sobre la necesidad de luchar contra el ISIS y de proteger el art de vivre à la française de los parisinos blancos, ricos y “dudosamente” cultos, no obstante, surgen dos voces.
La primera es la de Robert Badinter, el que fuera ministro de Justicia de François Mitterrand, que puso fin a la pena de muerte en Francía en 1981. Badinter recordaba que “los terroristas nos tienden una trampa política… No vamos a defender nuestra libertad contra nuestros enemigos con unas leyes y jurisdicciones de excepción”.
La segunda corresponde al antiguo primer ministro de Chirac, Dominique de Villepin, que dijo “no” a la intervención en Iraq en un famoso discurso ante la ONU, y que señaló sobre los atentados recientes: “Resistamos al espíritu de la guerra. La guerra contra el terrorismo no puede ser ganada, no hay ejemplos. Necesita una estrategia y una capacidad de pensar más allá”.
Dos voces ignoradas, ridiculizadas o acusadas de laxismo por una gran parte de los medios, que izan por todos lados la bandera de la guerra de las civilizaciones.
En la élite del Estado, el poder se limita a tres personas, Fran­çois Hollande, Manuel Valls y el minis­tro de Interior, Bernard Caze­neu­ve, que pidieron a los diputados examinar la nueva ley en relación al estado de emergencia, sin “legalismos”, como ha sugerido Valls durante su intervención ante la Asamblea. El voto fue una simple formalidad, los comunistas han votado a favor y sin reservas, como lo hicieron para atribuir los plenos poderes a Guy Mollet en 1956.
Manuel Valls pidió a los parlamentarios no someter el asunto al Consejo Constitucional debido a la inconstitucionalidad de muchos de los arrestos y de la propuesta de desarrollar el dispositivo de la “pulsera electrónica”.
Durante ese tiempo, los casos de abusos policiales se multiplican. Varios militantes ecologistas fueron objeto de persecuciones, más o menos violentas, con arrestos domiciliarios en algunos casos. Los defensores de los derechos humanos están preocupados al ver a militantes sin ningún vínculo con el radicalismo islámico sufrir las consecuencias de la medidas del estado del emergencia. “Basta ya. Los ecologistas no son terroristas”, añade Davis Cormand, el número dos del partido ecologista EELV en Twitter.

EL VENTANO - 31 DE DEZEMBRO DE 2015

La ‘máquina del compás’ (y una guitarra)

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Ignacio Rodriguez Llinares, más conocido como ‘Pelícano Mecánico’, al ingenio percusivo, mientras el maestro Raúl Cantizano se pone a la guitarra. Una impresionante sesión en la calle Feria en Sevilla.

EL VENTANO - 31 DE DEZEMBRO DE 2015

Encontrados en una nave 375.000 libros editados por la Generalitat valenciana hace años | El Ventano


Encontrados en una nave 375.000 libros editados por la Generalitat valenciana hace años


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Una muestra de los libros encontrados en el almacen

El nuevo Gobierno valenciano ha encontrado 375.000 libros en un almacén de Ribarroja, editados por la propia Generalitat y que nunca vieron la luz. Algunos llevan guardados más de treinta años y han ido pasando por diferentes almacenes. Desde hace dos años, el tiempo que llevan en Ribarroja, su almacenaje cuesta a las arcas públicas 4.500 euros al mes.
Para darles salida se ha puesto en marcha un programa de distribución de algunos títulos entre las bibliotecas de la comunidad autónoma. Sin embargo, alrededor de 10.000 tendrán que ser destruidos, pues ya están obsoletos. Además, entre los libros, se han encontrado 65.000 ejemplares de un libro de recetas de cocina.
Antonio Torres, director general de relaciones con las Cortes, ha asegurado que los anteriores gobiernos valencianos llevaron a cabo una “política editorial arbitraria”, sin ningún criterio técnico a la hora de elegir qué publicaciones editar ni con qué tirada. El director general, además, ha alertado de que la edición de muchos de estos libros se adjudicó en concursos sin publicidad. Consellerias, fundaciones y empresas públicas han publicado ejemplares directamente para ser almacenados, que nunca fueron puestos a la venta y que solo obedecían al interés de los altos cargos por ver su nombre estampado en la portada de un libro.
Para dar utilidad a estos ejemplares, la Generalitat ha preparado lotes de distribución para las bibliotecas municipales. También se enviarán lotes de libros, por un valor de 1.300 euros cada uno, a 244 ayuntamientos, y se tomarán otras medidas para que los libros dejen de estar escondidos en un almacén.

EL VENTANO - 31 DE DEZEMBRO DE 2015

El ‘insolente marimacho’

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Lo que late en el trasfondo de esta tragedia española es un histerismo masculino que no soporta otro destino para la mujer que el del ‘ángel del hogar’. Da la impresión de que ante este siniestro total se responde con rituales de duelo y poco más (Manuel Rivas)

Las intervenciones más emotivas durante la pasada campaña fueron las sucesivas declaraciones de los líderes para atajar la violencia de género. Es decir, feminicidio, terrorismo doméstico. Todos los problemas políticos son, en el fondo, problemas culturales y morales. Esto lo repetía con mucha intención desde el exilio el gran Max Aub. Y en eso estamos respecto a los crímenes contra las mujeres. En un problema cultural. Y en una forma de “exilio”: la de las mujeres en esta sociedad del riesgo.
Si cuando Ana Pastor planteó en el debate con más audiencia, ante más de nueve millones de personas, el más grave de los problemas, porque afecta al menos a la mitad de la población, mujeres en peligro por el hecho de ser mujeres, la reacción de todos, Pedro Sánchez, Pablo Iglesias, Albert Rivera y Soraya Sáenz de Santamaría, como sustituta de Rajoy, fue de una esperanzadora y a la vez desesperante vehemencia. Se acabó. Ni una mujer menos. Acabar con este estado de barbarie, con este reloj que cada día marca cientos de agresiones y, cada cuatro días, un asesinato de mujer por ser mujer, un feminicidio.
Podíamos estar medianamente satisfechos con tan emotivas reacciones. Pues no. Yo me quedé asombrado, en estado de estupor, ante algunas de las “sentidas” respuestas.
Una de ellas consistió en un llamamiento a las adolescentes para que no se dejasen controlar por sus compañeros o novios. Que no permitiesen que les vigilasen los móviles. Esos mismos labios, oídme, decían, habían justificado la eliminación en la enseñanza de la única asignatura en la que se trataba el problema de la violencia de género y se educaba para afrontarla: la Educación para la Ciudadanía. En vez de educar a niños y jóvenes en la igualdad, y liberarlos de las típicas taras, se les entregó como una concesión particular al sector reaccionario del nacionalcatolicismo.
Todos los candidatos, futuros gobernantes, coincidían en el remedio para una solución real a esa criminalidad endémica: educación, educación, educación. Sí, educación.
Adelante, pues. No esperen ni un segundo para restablecer en toda la enseñanza, pública y privada, lo ahora substraído: el conocimiento de los derechos y deberes de la ciudadanía. También la memoria, es decir, yendo a la raíz y estableciendo las causas de este mal de aire, el maltrato endémico hacia la mujer. Saber de dónde viene esta peste, esta misoginia, esta discriminación y violencia que se pega al presente como una garrapata histórica.
Pero da la impresión de que ante este siniestro total se responde con rituales de duelo y poco más. La desolación no es una consolación.
Recuerdo de niño, en la escuela, que nos llevaron a un acto para celebrar el Día del Árbol. Éramos cientos de estudiantes obligados a permanecer inmóviles durante horas, en la disciplina de las filas. Escuchamos varios discursos sobre la importancia de los árboles. Pero allí no había ningún árbol. No se plantó ni uno. Tal vez los árboles éramos nosotros. Con el sol calentando la cabeza, sentí que me salía una rama de cerezo por la oreja. Aquel día quedé vacunado contra la retórica.
Algo así está ocurriendo con el drama de la violencia machista en España. Mientras se suceden los crímenes, muchos lamentos a las puertas de las instituciones. Pero no se plantan árboles.
Y algo muy importante: el feminismo sigue siendo despreciado o ridiculizado por columnistas émulos de aquel Pascual Santacruz que publicó en La España Moderna (¡madre mía!) un artefacto titulado ‘El siglo de los marimachos’. Advertía del peligro de las mujeres emancipadas, que convertirán a “nuestras bellas compañeras” en unos “seres incatalogables en los casilleros de la zoología”.
A las mujeres díscolas las vilipendiaban como histéricas. Pero lo que late en el trasfondo de esta tragedia española es un histerismo masculino, que no soporta otro destino para la mujer que el del “ángel del hogar”. La mujer libre, como dice el narrador de Memorias de un solterón, de Emilia Pardo Bazán, es el “insolente marimacho”. A la propia Emilia la caracterizaron así muchos de los intelectuales contemporáneos. Unamuno le reconocía su gran talento, en cuanto “masculinismo” y no “feminismo”. Él, como tantos otros, aceptaba el activismo feminista, siempre que no fuera español: “El tipo de la mujer fuerte y libre norteamericana no ha llegado aún a nuestros países”.
–Pero, hombre, ¡vivimos otros tiempos!
Menos de lo que se aparenta. El histerismo masculino sigue campante en muchos gallos de la intelectualidad española.
No son solo las mujeres las que tienen que ser feministas. También los hombres. Y los valores de la sociedad. Será la única forma de acabar con esta tara.

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