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quinta-feira, 24 de dezembro de 2015

EL VENTANO - 24 DE DEZEMBRO DE 2015

Curiosidades científicas para evitar las conversaciones ‘cuñadas’ en las comidas navideñas

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Llegó la Navidad, época de ilusión, felicidad, reuniones familiares… y de soportar a ese tío que se pone tan pesado con la sidra. Estas fiestas van a ser especialmente duras por la situación política que atraviesa España. Para sobrevivir hay quien propone una serie de curiosidades científicas muy navideñas para desviar la conversación cada vez que nuestro ‘cuñado’ saque el tema de Cataluña y asegurar la paz sobre la mesa.
Percebes, esa extraña ave de largo pene
Hablar de penes nunca falla, sobre todo si es de crustáceos. En el momento en el que alguien diga tres veces la palabra “Coletas” es el momento exacto de contraatacar hablando de este manjar escaso y caro, pero todavía habitual en Navidad.
El percebe (Pollicipes pollicipes) es un crustáceo que crece inmóvil sobre las rocas. Como también sucede con las plantas, no moverse es un grave problema a la hora de reproducirse. A lo largo de la evolución, este animal ha encontrado la solución perfecta: alargar su pene. El aparato reproductor masculino de este delicioso ser es 1,5 veces más grande que su cuerpo, lo que lo convierte en el mayor falo (en proporción) de la naturaleza.
Si tu cuñado ya conocía esta anécdota y amenaza con explicar dónde comprar los percebes más baratos, lo mejor es pasar a la fase 2. En Europa, hasta bien entrada la Edad Moderna, se pensaba que estos animales eran la fase larvaria de los gansos. Por este motivo en inglés barnacle hace referencia tanto a estas aves como al crustáceo. Para ser justos, si se comparan las imágenes puede verse algún tipo de parecido: el pie del percebe sería el cuello del ganso.
La explicación a esta extraña clasificación tiene más que ver con la picaresca que con la ignorancia. Como en cuaresma la única carne que se podía comer era la de pescados y mariscos, de esta forma se consideraba a los gansos como pescado y podía entrar en el plato sin suponer ningún tipo de pecado.
Los puntos blancos del jamón están vivos
Esto desviará la conversación sin ningún tipo de dudas, pero también podría amargarle la comida a nuestras madres. Utilícese con cuidado. Todos hemos visto alguna vez esos puntitos blancos que se forman en el jamón, pero ¿qué son en realidad? Quien quiera vivir feliz en la ignorancia es mejor que no siga leyendo. En caso contrario, que no se diga que no hemos avisado.
Los puntos blancos del jamón que todos nos hemos comido en alguna ocasión son ácaros, diminutos arácnidos de la especie Tyrophagus putrescentiae. Ingerirlos no es peligroso a menos que se tengan alergias, a fin de cuentas estos animales recubren nuestras casas, alfombras e incluso caras.
El apellido putrescentiae sí que permite hacerse una idea de las consecuencias que tiene su proliferación en nuestro jamón. No es necesario tirarlo a la basura, pero si no se evita puede que su calidad disminuya. Para evitarlo lo mejor es guardar la pieza en un sitio fresco y seco, y asegurarnos de que el jamonero y los cuchillos están completamente limpios.
El color de los langostinos
“Gran pacto de Estado”. Cuando oigamos esas palabras sabremos que ha llegado la hora de ponernos a hablar sobre las gambas (o langostinos o cualquier otro decápodo). Estos animales son de un gris transparente recién comprados, pero al cocinarlas adquieren un rojo muy vivo. ¿A qué se debe este cambio?
El motivo se encuentra en los carotenoides, pigmentos responsables del color rojo que se encuentran unidos a otra proteína. Por suerte para el animal, ya que un langostino rojo sangre sería muy fácilmente cazable. Con las altas temperaturas de la cocción, la proteína libera el carotenoide, otorgando el color característico de este manjar.
Los colores de la cerveza
¿A quién no le interesa la cerveza? Consigue que tu cuñado pesado se fije en la que tiene en la mano y despístale con tus apasionantes anécdotas científicas. Por ejemplo, ¿por qué su color es distinto del de su espuma, si están hechas con lo mismo?
Existen infinidad de tipos de cerveza, cada una de un color: del dorado claro de las rubias más rubias al negro opaco de la Guiness y otras variedades parecidas. Y sin embargo, la espuma de todas ellas, hecha con la misma sustancia, es siempre blanca.
El motivo es que la dispersión de la luz no se produce de la misma forma en el líquido y en la espuma. Cuando la luz blanca incide sobre la cerveza, ésta absorbe la longitud de onda correspondiente al color azul, pero refleja en distinta cantidad la luz verde y la roja, lo que da como resultado distintos tonos en torno al marrón.
La espuma, en cambio, hace que la luz se disperse, se refleje y se refracte cientos de veces. Como resultado, se obtiene una mezcla de colores que, en conjunto, se ve como blanco en vez de marrón.
¿Sirve para algo la cuchara del cava?
Si la cerveza tiene sus gotas de ciencia, el cava no iba a ser menos. Si una botella de cava de la cena se queda sin terminar, seguramente termine en la nevera con una cucharita en la boca con la idea de que evite que se escape el gas. ¿Sirve esto de algo?
Hay distintas teorías sobre cómo funcionaría este truco. Una de ellas es que la parte cóncava de la cuchara hace que la corriente de gas carbónico procedente del cava se vuelva sobre sí misma, haciendo un tapón que evita que el gas escape de la botella. Otra es que es el frío lo que disminuye la fuga de gas, y que introduciendo una cucharilla de metal en el cuello de la botella, esta ayuda a reducir aún más la temperatura en esa zona y con ello la fuga de gas.
Ninguna es cierta. En el Centro Interprofesional de Vinos de Champagne, en Francia, hicieron el experimento. Cogieron varias botellas de champán, las destaparon a la vez y vaciaron 250 o 500 ml. Se separaron en varios grupos, unas se taparon con cucharillas, otras con tapones normales, unas cuantas con tapones herméticos y otras se dejaron destapadas.
Los resultados demostraron que solamente los tapones herméticos conservan la presión e impiden que el gas salga de la botella. Así que, o tienes uno de esos, o mejor te acabas la botella de cava a medias con tu cuñado.
El espíritu navideño está en el cerebro
Digamos que avanza la cena, ya no sabes qué más decir sobre lo que ves encima de la mesa y ves que la conversación gira de forma lenta pero implacable hacia el peligroso tema de “el Coletas quiere romper España”. No te preocupes, sacamos la artillería pesada.
Cuéntale a tu cuñado, por ejemplo, que según un estudio del hospital de la Universidad de Copenhague, el espíritu navideño reside en un lugar muy concreto de nuestro cerebro. Para encontrarlo, los investigadores utilizaron a veinte voluntarios, diez de ellos entusiastas de la Navidad y los otros diez sin tradiciones navideñas reseñables.
Les introdujeron en una máquina de resonancia magnética y observaron qué partes del cerebro se les activaban al ver varias estampas con imágenes navideñas. Las observaciones demostraron que hay cinco áreas del cerebro que se activan en las personas con espíritu navideño al pensar en la Navidad. Son las zonas relacionadas con los sentimientos religiosos y espirituales, así como con la experimentación de sensaciones compartidas con otros a través del reflejo o la copia del lenguaje corporal.
Esto parece una anécdota científica sin importancia, pero cuéntale a tu cuñado, antes de que resople eso de “¿y cuánto ha costado investigar esa chorrada?”, que todo lo que sea conocer el cerebro es bueno, pero además esto nos ayuda a entender cómo procesamos cosas como las tradiciones y el folclore.
2015 ha sido un segundo más largo de lo normal
Lo mejor para lo último, para cuando todo lo demás falla. Suéltalo con tu mejor tono sabelotodo y sálvate del rodillo de la política, al menos unos minutos más: “¿Sabías que 2015 ha sido un segundo más largo de lo normal?”.
Acuérdate de colocarte bien las gafas a continuación para asegurarte el máximo efecto juanito.
Sí, 2015 ha tenido un segundo más de lo habitual. Se lo añadimos el 30 de junio y el motivo es que nuestra tecnología se ha vuelto tan precisa midiendo el tiempo que nos hemos pasado de listos y de vez en cuando tenemos que hacer ajustes para reacompasarnos con la Tierra.
Resulta que el movimiento de la Tierra no tiene una velocidad constante. De hecho, la rotación de la Tierra alrededor del Sol se ralentiza poco a poco, imperceptiblemente para el ser humano. Para compensar esa acumulación de pequeños desfases, se creó la figura del segundo intercalar: un segundo añadido para acompasar el Tiempo Atómico Internacional al tiempo solar.
No es algo como los años bisiestos, que se producen de forma periódica y preestablecida, sino que es el Servicio Internacional de Rotación de la Tierra y los Sistemas de Referencia el que decide cuándo se añade un segundo intercalar. El 30 de junio de este 2015 fue una de esas ocasiones.
Un segundito de nada que es protagonista de todo un conflicto internacional. Algunos países, entre ellos Estados Unidos, quieren eliminar la figura del segundo intercalar porque cada vez que se introduce uno, sistemas de alta precisión amenazan con fallar (internet, tecnología médica y militar, etc). Otros, entre ellos Reino Unido, advierten del riesgo que supondría una descoordinación grave entre el tiempo atómico y el tiempo terrestre.

EL VENTANO - 24 DE DEZEMBRO DE 2015

Cena de Navidad en familia cual simios con una copa de cava en la mano

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Esta noche, como todas las Nochebuenas desde hace siglos, las familias españolas se reunirán en torno a una mesa para celebrar una tradición que, aunque cada vez ha perdido más su sentido religioso original, da igual cristiano que solsticial, resiste al tiempo y a sus avatares. Le ocurre igual a esa institución social, la familia, que la instituyó y mantiene incluso por encima de sus transformaciones.
¿Qué es lo que tiene esa institución que, aún denostada y vilipendiada por muchas personas (“El diluvio fue un fracaso: quedó una familia viva”, escribió el dramaturgo francés del siglo XVIII Henry Becque), especialmente en estos días en los que todo parece girar en torno a ella, para que sobreviva a todos los cambios, incluidos los que afectan a su misma estructura e identidad?
Una familia de hace 100 años, incluso de 50 o de 25, nada tiene que ver con una de hoy, como la sociedad tampoco tiene mucho que ver, y, sin embargo, las fiestas navideñas las igualan convirtiéndolas en una copia mala unas de otras y haciendo que su recuerdo se confunda en nuestra memoria a la hora de los brindis y el turrón. Algo a lo que contribuye —hay que decirlo todo— la programación de una televisión que permanece encendida en los salones de muchas casas como es costumbre el resto del año mientras las familias cenan y en la que se repiten los mismos rostros desde hace lustros, que han ido envejeciendo a la par que los miembros de aquéllas.
Este año, por fortuna, la vecindad de las elecciones y la dificultad de los posibles pactos entre los partidos para formar un Gobierno estable en España animará las conversaciones de las familias, reducidas normalmente al repaso de los hechos que les han afectado al país y a ellas (esto lo hace también la televisión) y, a la hora de los brindis, a la rememoración de las mismas anécdotas de siempre, que suele desembocar en melancolía y hastío, aunque ello tenga también sus riesgos.
Sabido es que en las celebraciones navideñas aumentan los conflictos familiares del mismo modo que en las vacaciones de verano se disparan los divorcios (nada hay más peligroso que poner a una pareja frente a frente todo un mes o a unos cuñados a compartir mantel tres días seguidos), con lo que si a las inevitables tensiones y desencuentros de las familias le añadimos el combustible político tendremos garantizada la combustión. Aunque tampoco hay que dramatizar por ello. Si aceptamos que la familia es una institución tribal, que lo es, podremos hasta divertirnos viendo cómo nos comportamos como nuestros antepasados simios, sólo que bien vestidos y con una copa de cava en la mano.

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