sexta-feira, 29 de janeiro de 2016

EL VENTANO - 29 DE JANEIRO DE 2016

Rajoy, y las (poderosas) cloacas del PP valenciano

pp valencia
Han sido muchos años de Gobierno con el objetivo de quitarse el complejo de comunidad segundona, con mucho dinero, y en los que se ha metido en la organización a muchas personas sin ningún tipo de escrúpulos y eso lo ha contagiado todo (Javier Casqueiro)

La burbuja política en España ha sido el PP de la Comunidad Valenciana. En la época de la manga ancha y la explosión de dinero fácil, el entonces presidente autonómico Eduardo Zaplana impulsó un plan para convertir esa autonomía en la envidia de España y del mundo. Su sucesor en el virreinato, Francisco Camps, salvó en la campana a Mariano Rajoy en el fratricida congreso del PP de 2008 gracias al poderío de sus 150.000 militantes. En ese tiempo, Rajoy, que fue el que afilió a Alfonso Rus, se proclamaba con el cacique de Xàtiva el amor mutuo en público. Ahora el PP valenciano está socarrado.
El retrato que hacen ahora los dirigentes del PP valenciano de Alfonso Rus, el imputado e investigado presidente del partido en la provincia de Valencia desde 2007, explica qué le ha ocurrido a esa organización en otro tiempo envidiada y modélica. Rus, de hecho, no es un pata negra del PP ni de AP. En los primeros ochenta, militó en las filas populares y en el CDS, pero luego montó su propia Agrupación Independiente de Xàtiva (Aix). Entonces ya era millonario, conducía dos ferraris y fumaba habanos. Sin estudios, hijo de una familia de comerciantes, hizo el dinero de financiar en su tienda de electrodomésticos los aparatos a todos los vecinos que sufrieron las inundaciones del pantano de Tous en 1982.
En 1995, a través de un hermano de Mariano Rajoy, conoció al entonces vicesecretario general del PP, que le afilió y se cautivó de su personalidad campechana, simpática y de su don de gentes. En las municipales de ese año, ya dentro del PP, arrasó y desde entonces campó a sus anchas durante estos 20 años primero en Xàtiva y luego como presidente de la Diputación y el partido en toda la provincia.
El caso de Rus en Valencia podía extenderse a lo que sucedió en esas décadas en Castellón con el ahora detenido Carlos Fabra o en Alicante con Joaquín Ripoll, imputado por el caso Brugal. El PP valenciano aportaba votos, militantes y poder.
Un responsable del PP valenciano que vivió de cerca esa etapa, y las privilegiadas relaciones de Rajoy primero con Zaplana, luego con Camps, siempre con Rita Barberá y más tarde con Rus, ofrece ahora una explicación sociológica y económica a que 154 de los 353 imputados totales que tiene el PP en distintas tramas de corrupción en toda España sean precisamente de esa comunidad, según estudios independientes. La pregunta se ha difuminado estos días por todo el país: ¿Qué le pasa al PP valenciano?
“Han sido muchos años de Gobierno, con mayorías absolutas, y con una necesidad imperiosa de crecer en todos los sentidos, marcados desde el principio por Zaplana con el objetivo de quitarse el complejo de comunidad segundona y dependiente de Cataluña, con mucho dinero, y en la que se ha metido en el seno de la organización a muchas personas sin ningún tipo de escrúpulos y eso lo ha contagiado todo”, concluye uno de los máximos dirigentes del PP en la comunidad.
El PP valenciano, además, no era ni es una agrupación cualquiera. José María Aznar lo entendió rápido, cuando aupó a Zaplana en 1995 y renovó la apuesta por Barberá para la alcaldía. Rajoy no solo cuidó ese huerto, sino que lo consideró propio.
En la primavera de 2008, Rajoy fue derrotado por el socialista José Luis Rodríguez Zapatero por segunda vez en unas elecciones generales. El PSOE sumó 169 escaños y el PP se quedó en 154. Rajoy llegó a preparar las maletas en su despacho de Génova 13. La misma noche electoral Esperanza Aguirre disparó a sus huestes mediáticas y políticas. En un comité ejecutivo del PP le lanzó a Ignacio González, su segundo, con un discurso muy duro en su cara. Luego, en un foro del Abc, desgranó su famosa diatriba del “no me resigno” y con el congreso del partido ya convocado ese año en junio y precisamente en Valencia sopesó sus opciones para presentar una candidatura alternativa, con las destemplanzas de Aznar ya públicas.
Rajoy llamó a Camps, que ya se había desembarazado de Zaplana, y logró sus determinantes votos, que correspondían a los 150.000 afiliados de su organización, la segunda en importancia del PP. Los sumó a los del eterno Javier Arenas, que acarreó desde Andalucía los 162.000 militantes de la primera federación del PP y ganó el cónclave con el 84% de los votos. Enterró a su rival y sepultó a la disidencia, hasta ahora.
Pocos meses antes de aquel decisivo congreso, Rajoy visitó Valencia y recibió de Rus un piropo en público: “I love you”. Rajoy le contestó desde el atril: “Yo te quiero Alfonso, coño, te quiero”.

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