Por la autopista mediática circulan caras y modos estéticamente masculinos. Mirada épica con entrecejo fruncido, voces profundas anunciando cambios históricos. El ligón de barrio, el sensato serio, el yerno ideal, el chispeante pijo (Raquel Pérez Ejerique)
Pedro, Pablo, Albert y Mariano llevan la iniciativa y millones de votos en un saco al hombro camino a la feria de muestras, moneda y timbre en la que se ha convertido la realidad política. En la realidad real, al menos dos de ellos serían mujeres: somos más del 50% de la población en España, dice el INE. Más de 23 millones. Sin embargo, la voz cantante que escuchamos en todos los espacios públicos es unívocamente grave: de barítono o bajo.
El rey con Pedro, Pedro con Albert, Pablo contra Pedro, Albert con Felipe, Mariano con nadie… Y muy de vez en cuando… ¡Mónica! Echar un vistazo a los medios hoy es como comprarse Esquire, pero en feo y sin glamour. Esto no es una queja indignada, es la constatación de que, igual que la política ha rejuvenecido -no necesariamente en ideas, sí en fechas de nacimiento- sigue igual de macha.
Por la autopista mediática, que no entiende de carriles secundarios, circulan caras y modos estéticamente masculinos. Mirada épica con entrecejo fruncido, voces profundas anunciando cambios históricos, vocablos más ‘grandis’ que ‘locuentes’. El ligón de barrio, el sensato serio, el yerno ideal, el chispeante pijo. Los roles y la retórica de esta nueva política representa y sublima el ideario de lo masculino de siempre. Hombres haciendo cosas importantes.
Sin pretender reducir las ideas al sexo del que habla, es difícil que de esa uniformidad salga la diversidad y la igualdad, como es difícil que del automatismo salga la novedad. Por eso suena un aleluya cuando en ese caldo monótono se oye a Pedro Sánchez hablando de acabar con la “violencia machista” o saca a colación el indulto a María Salmerón. Oxígeno temático.
Los medios tampoco ayudan. Lo dijo atinadamente la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena: “Muchas veces, lo femenino sigue siendo objeto de burla, de chanza, de risa, y eso tiene mucho que ver, quizás, porque el poder de los medios es masculino, es jerárquico y no es aún un poder de las mujeres”. Es difícil encontrar igualdad incluso en las tertulias -no hablemos de la alta jerarquía- en un país en el que el 48% de los periodistas son mujeres.
En realidad, estos meses post (o pre) electorales no son tan distintos en cuestión de género a los de hace 4, 8 ó 12 años. Siempre ha habido hombres por goleada y costumbre. Lo que han cambiado son nuestros ojos que, igual que toleran menos el bipartidismo, empiezan a cegarse con el resplandor evidente y sexista del género monocolor.