¿Traidores?, o la deriva desesperada del PSOE
Debería tener el PSOE mejores reflejos y darse cuenta de que gritando traidores o vendidos, o llamando tontos e ignorantes a los que no le votan, solo van a conseguir que los que hemos militado en ese partido no volvamos a confiar en él (Paco Gracia, profesor universitario de Historia)
Si me viera en el aprieto de tener que explicar con una frase porque decidí estudiar historia me quedaría con una del maestro Tuñón de Lara y diría que lo hice porque me sirve “para tener una visión equilibrada de los hechos y no desorbitar el presente de cada día ni dejarnos devorar por él”. Una frase que resume una actitud muy apropiada para enfrentarse a los hechos que nos rodean hoy, nada menos que una intensa campaña electoral, en la que muchos se están echando las manos a la cabeza cuando han aparecido en escena unos partidos nuevos que se atreven ¡válgame el cielo! a pedir el voto de los ciudadanos que antes votaban a los partidos “viejos”.
Un partido que anda como pato sin cabeza es el PSOE, que viendo que va a perder un saco de votos (por no decir un camión de votos) en favor de Podemos se revuelve como gato panza arriba llegando al punto de llamar traidores, vendidos o, incluso, ignorantes que se dejan engañar por el enemigo, a todas aquellas personas que antes habían confiado en ellos depositando el voto de la rosa roja en la urna. Claro, como si haber votado o militado en el PSOE fuera como el santo matrimonio, hasta que la muerte nos separe. Espantados como están por la desfachatez de Podemos, que tienen el descaro, ¡oh, Dios mío! de pedir el voto a los que antes votaron socialista, solo se les ocurre insultar al “traidor” que alguna vez confió en su proyecto y ahora va a cometer la tropelía de votar a otro partido de izquierdas.
No se deberían extrañar de esto si conocieran un poco la historia del movimiento obrero en España, donde hace más de un siglo ya convivían diferentes concepciones de entender la izquierda, desde los republicanos, hasta los socialistas, pasando por anarquistas y un poco más tarde los comunistas. Y en aquel tiempo todos ellos, como apunta el historiador Ángel Duarte, convivían en el mismo “suelo limítrofe y devastado […] propicio a las interacciones” lo que traducido quiere decir que tanto republicanos de izquierdas, como socialistas y anarquistas pescaban en las mismas aguas, en ese “suelo devastado”, y esta interacción ha tenido dos efectos contrapuestos: en ocasiones el roce ha hecho el cariño propiciando conjunciones, frentes populares o acuerdos post electorales y, en otras, tal vez las más, la fricción ha hecho saltar chispas provocando fuegos truculentos.
Por eso mismo, esta historia ha estado plagada de “traidores”, porque todo territorio de frontera es propicio a las migraciones y, a lo largo del tiempo, se han producido numerosos movimientos de personas entre los partidos: desde cenetistas convertidos en líderes socialistas, como Ángel Lacort, pasando por socialistas trocados en comunistas, como Santiago Carrillo, hasta andarines como José Antonio Labordeta, que pasó hasta por tres partidos de izquierdas. Todos ellos y muchos más fueron llamados traidores en algún momento de su vida política, pero la perspectiva del tiempo y el estudio del contexto histórico sirve, en la mayor parte de los casos, si no para justificar, sí para explicar y comprender el porqué de esos cambios, la mayoría de ellos llenos de coherencia. No fue un traidor Lacort, que estuvo siempre del lado del trabajador, no lo fue Carrillo, que caminó hacia donde sus ideas y la historia le llevaron, pero siempre por el carril izquierdo y, por supuesto, no fue un traidor Labordeta del que hoy dicen es patrimonio de toda la izquierda.
Pero la ira del que siente que ha perdido es tan grande que necesita un culpable, incluso a veces no hace falta cambiar de partido para que te llamen traidor, como le pasó a Juan Negrín, al que el PSOE tardó 62 años en rehabilitar y devolver el carné que le quitaron en 1946. Debería tener este partido mejores reflejos y darse cuenta que gritando traidores o vendidos, o llamando tontos e ignorantes a los que no le votan, solo van a conseguir que los que hemos militado en ese partido no volvamos a confiar en él ni en otros 62 años. Menos aún cuando han sido ellos los que han abandonado el solar devastado de los de abajo para establecerse en el barrio lujoso de los de arriba. Por eso, los de abajo se han (o nos hemos) organizado y se han dado cuenta de que con otras opciones de izquierda SI SE PUEDE.
Paco Gracia, profesor de Historia en la Universidad de Zaragoza