quarta-feira, 17 de fevereiro de 2016

EL VENTANO - 17 DE FEVEREIRO DE 2016

Jorge Fernández Díaz: ¿un fascista al frente del Ministerio del Interior?


000000000 y
El titular de Interior, que sugiere que estos actos violentos, físicamente hablando, forman parte de la “libertad de expresión”, olvida cómo se puso como un energúmeno cuando a la salida de un restaurante un tipo le llamó “hijo de puta, fascista y cabrón” (David Bollero)

Lo sucedido ayer en Madrid cuando 300 policías persiguieron al concejal de Seguridad Ciudadana, Javier Barbero, no fue un escrache. Son demasiados los que lo han querido pintar así pero, por mucho que lo intenten, las diferencias son tan evidentes que su intento cae por su propio peso. Sino existieran estas diferencias, sería muy hipócrita por mi parte criticar los hechos de ayer cuando en su día defendí el escrache a Saénz de Santamaría (avalado por una setencia judicial, por cierto). De hecho, la misma hipocresía y desfachatez que desde ayer destila la derechona más rancia.
La primera diferencia es que los escraches que en su día realizó la PAH a dirigentes del PP se debieron a que éstos, faltando a su deber como representantes políticos, se negaron en reiteradas ocasiones a recibir a quienes les otorgan la soberanía. No es el caso de Barbero, que siempre ha tenido abiertas las puertas de su despacho. La segunda es que aquellos escraches de la PAH no fueron violentos, no zarandearon coches, no llegaron a quitar móviles a periodistas y a amedrentar a gente por doquier. De otro modo, el juez habría fallado a favor de la vicepresidente… pero no.
A pesar de estas diferencias, los medios y periodistas del régimen y, por supuesto, los representantes de esa derecha en blanco y negro, no criticaron la agresión de ayer. Ni siquira el mismo ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, que pasa por ser el máximo representante del Cuerpo Nacional de Policía. En su lugar, este personaje más digno de ser escudero de Carrero Blanco que de jurar (porque él jura) sobre una Constitución, se ha limitado a decir que “son cosas que pasan” y que “el tiempo coloca a cada uno en su lugar y quita y da razones”.
El titular de Interior, que sugiere que estos actos violentos, físicamente hablando, forman parte de la “libertad de expresión”, olvida cómo se puso como un energúmeno cuando el día que celebraba su cumpleaños en 2014 junto a su familia, a la salida del restaurante en el Pasaje de la Concepción de Barcelona, un tipo le llamó “hijo de puta, fascista y cabrón”. ¿Aquello era “libertad de expresión”… una simple definición, tal vez? Lo cierto es que esa es la diferencia entre Fernández Díaz y un demócrata: entonces, incluso los medios más situados a la izquierda y, por su puesto, los políticos, criticamos o cuando menos, no aplaudimos o justificamos los hechos.
¿Y a qué se debió la agresión de ayer? A que se ha desmantelado una unidad de antidisturbios que, todos los que nos hemos manifestado en Madrid, sabemos que cuentan en sus filas con auténticos descerebrados, de matones violentos que están deseando repartir calor negro. Lo más triste de estas Unidades de Intervención Policial (UIP), antidisturbios vaya, es que cuando se han producido y documentado vídeos que prueban cómo se les va la mano a algunos policías con la porra, clavando la rodilla en el cuello, etc., ninguno de los que actúan correctamente lo han criticado en público, no se han depurado responsabilidades y las manzanas sanas han defendido a las podridas en el cesto… pudriéndose con ellas.
Al final, por ser antidisturbios, se han creído que sus actos violentos pueden quedar siempre impunes. Lo vimos ayer mismo, que aterrorizaron a todo el que pasara por la calle cerca de ellos… y no estaban de servicio, en ese momento eran simples ciudadanos. Imaginen cómo se sienten y cómo actuan cuando llevan puesto el casco y la porra… Cientos de hematomas y contusiones puede dar testimonio de ello.

Sem comentários:

Enviar um comentário

Etiquetas

Seguidores

Pesquisar neste blogue