terça-feira, 5 de janeiro de 2016

EL VENTANO - 5 DE JANEIRO DE 2016

El filólogo español que desmontó el mito del Belén en el siglo XVI y casi le cuesta la vida

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Los Reyes Magos preparan ya su aterrizaje en las casas españolas, pero aún no está muy claro qué estrella o alucinógeno utilizaron aquellos tres sabios de Oriente para llegar hasta Belén y regalarle a un recién nacido cosas tan útiles como oro, incienso y mirra. Aunque ya en el siglo XVI había quien se atrevía a poner en duda las palabras escritas en los Evangelios.
Es el caso de Francisco Sánchez de las Brozas. Conocido como el Brocense, este ilustre extremeño, profesor de Retórica y Griego de la Universidad de Salamanca nacido en 1523, se atrevió a desmontar la versión bíblica del nacimiento de Jesús. Por hacerlo, tuvo que vérselas con la mismísima Inquisición.
La historia oficial es de sobra conocida: María y José (embarazada ella como estaba de una sospechosa paloma) se plantaron en Belén porque tenían que empadronarse allí. El lugar estaba hasta arriba de gente, no encontraron dónde quedarse y el asunto terminó con un parto en un establo con algún que otro animal como espectadores de excepción. Al menos, así aparece en el evangelio de Lucas.
Cuando nadie osaba a llevarle la contraria a las sagradas escrituras, El Brocense analizó las traducciones que se hacían del Evangelio al latín para derrumbar la versión oficial del nacimiento del hijo del palomo santo. El profesor defendía que la traducción de un término griego por ‘pesebre’ podía ser errónea, ya que también podría significar ‘habitación de invitados’, algo que cambiaría ligeramente la historia. Y con razón.
En su opinión, si esta peculiar familia acudía a Belén a empadronarse porque José era de allí, lo lógico sería pensar que algún familiar o algún conocido podría haberlos alojado en su casa (eso, si no tenía él mismo una casa en el lugar en el que nacería el protagonista del Nuevo Testamento).
No obstante, en el caso de que José no hubiera contado con la casa de ningún allegado en Belén, la opción del pesebre tampoco habría tenido mucho sentido. El extremeño defendía en sus textos que el censo no debía hacerse en un mismo día, lo que, efectivamente, habría congregado allí a una gran masa de gente. Sin embargo, no habría habido tampoco problema alguno para encontrar un lugar donde quedarse sin tener que recurrir a un establo.
Y en cuanto a los animales, no habría sido extraño que Jesús naciese escoltado por un buey y una mula a pesar de no haber llegado al mundo en un pesebre: en la época, era habitual dejar que los animales pasaran la noche donde dormían los habitantes de la casa para contar con ese preciada fuente de calor natural.
Las dudas planteadas por El Brocense casi le cuestan la vida. Con la Inquisición haciendo de las suyas en España, mostrar de forma pública el más mínimo escepticismo sobre la veracidad de los textos bíblicos era todo un peligro.
De hecho, el profesor universitario fue acusado hasta en tres ocasiones por la Inquisición. La primera vez, en 1584, se le exigió que “en adelante hable con mucho recato y consideración, de manera que no dé ocasión de escándalo a las personas con quien tratare, con apercibimiento, que haciendo lo contrario será castigado con todo rigor”.
El Brocense murió estando arrestado en su casa, a la espera de que la Inquisición dictara sentencia definitiva, tras demostrar que una mala traducción había contribuido a levantar una de las muchas mentiras bíblicas. Mientras tanto, los Reyes Magos siguen buscando una estrella (o una seta).

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