La vieja (y rancia) política de los trasvases regresa con Albert Rivera
Habrá que pedirles, no sin cierto sonrojo europeo, que cuando menos modernicen sus argumentos: que a los ríos propiamente no les sobra agua, como a los bosques no les sobran árboles, ni a las personas sangre… Que los ríos no se pierden en el mar (Pedro Arrojo)
La juventud no excusa ni la ignorancia ni la arrogancia. De nuevo Ciudadanos, a través de su líder Albert Rivera, amenaza con volver a enredarnos en el debate que creímos haber resuelto, sobre el Trasvase del Ebro, tras los duros y documentados debates que realizamos, hace ya 15 años, con la Comisión Europea.
Por lo que se ve, la nueva derecha se apunta a la vieja política hidráulica, para disputar los votos de la rancia demagogia del hormigón que el PP ha seguido cultivando, especialmente en Valencia, Murcia y Almería.
Habrá que pedirles, no sin cierto sonrojo europeo, que cuando menos modernicen sus argumentos: que a los ríos propiamente no les sobra agua, como a los bosques no les sobran árboles, ni a las personas sangre … Que los ríos no se pierden en el mar, a donde el ‘Creador’ se empeñó en llevarlos no se sabe por qué absurda razón. Que gracias a los caudales sólidos que transportan hasta el mar, existen los deltas e incluso las playas turísticas; por no hablar de su aporte de nutrientes continentales a las plataformas litorales marinas del que dependen sardinas, anchoas y otras especies pesqueras… Tendremos que explicarles de nuevo la Directiva Marco de Aguas y su exigencia de gestionar las cuencas garantizando el buen estado ecológico de las masas de agua, incluidos deltas, estuarios y litorales marinos.
Habrá que explicar una vez más que eso del Cambio Climático, desgraciadamente, no es una maldad de la demagogia ecologista, sino que, desgraciadamente, se prevé una recesión de caudales fluviales en el Ebro de entre el 15 y el 20%, en media, para los próximos 40 años; razón por la que nadie en su sano juicio habla ya de ríos excedentarios en las cuencas mediterráneas.
Habrá que explicarles, una vez más y con indignación contenida, que inundar pueblos en el Pirineo, acelerar la degradación y desaparición del Delta del Ebro o relegar la supervivencia de espacios rurales de interior, para relanzar la especulación inmobiliaria o el agronegocio de exportación en el desarrollado litoral mediterráneo no puede hacerse en nombre de la “solidaridad”.
Habrá que explicar de nuevo que esas aguas, aunque fueran excedentarias, no bajarían por su propio peso por el mapa, sino que habría que bombearlas desde Tortosa, a lo largo de cientos de kilómetros, lo que implicaría un coste energético equivalente al necesario para hacer un bombeo desde 2.000 metros de profundidad
Me pregunto finalmente si tendremos que volver a sufrir la vergüenza de aquel debate económico en Bruselas sobre la pretendida racionalidad económica del trasvase del Ebro, cuando la Comisión Europea acabó dando la razón a la Fundación Nueva Cultura del Agua en sus cálculos coste/beneficio, que concluían un balance ruinoso de más de 3.000 millones de euros en negativo, frente a los 4.000 millones en positivo que preveían los cálculos oficiales de nuestro Gobierno.
Pedro Arrojo Agudo, profesor emérito de la Universidad de Zaragoza
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