Hacía falta que alguien subiera a esta tribuna aun a riesgo de perder las votaciones. Estoy aquí porque los demás no han querido. Y si como consecuencia de esta investidura tengo que abandonar la política activa, lo doy por bien empleado (Lucía Méndez)
Señor presidente, señoras y señores diputados. Comparezco ante esta Cámara para solicitar la confianza según lo previsto en el artículo 99 de la Constitución. Así han comenzado los discursos de investidura de todos los presidentes del Gobierno desde 1978. Sin embargo, señorías, estamos en circunstancias excepcionales y por eso mi discurso también será excepcional.
El pasado 20 de diciembre, los españoles nos dieron un mandato a todos los partidos representados en esta Cámara que no hemos sabido, no hemos querido o no hemos podido cumplir. No es la hora de buscar culpables. La culpa es de todos. Mi presencia en la tribuna es, pues, la expresión de un fracaso y como tal la asumo en lo que concierne a mi partido.
Estoy aquí no para pedir la confianza, sino porque ha llegado la hora de que alguien ponga fin a un bloqueo que mina la confianza de los ciudadanos en las instituciones democráticas. La brutalidad de la crisis y la falta de respuesta a las necesidades de los españoles han producido un descrédito de la política sin precedentes desde la Transición. No podemos seguir encerrados en la torre diseñando estrategias, tácticas y juegos políticos improductivos.
Por ello, comparezco ante la Cámara con un sólo objetivo: poner en marcha el reloj que nos conducirá a otras elecciones si antes no hay acuerdo para elegir a un presidente. La Constitución establece un plazo de dos meses -que empieza a contar ahora mismo- para la disolución de las Cámaras, en el caso de que nadie logre la confianza. El tic tac del reloj nos presionará, del mismo modo que el hambre obligaba a los cardenales a elegir Papa. Si es verdad que nadie quiere elecciones, es hora de ponerse a trabajar.
Señor presidente, señoras y señores diputados. Los constituyentes no pudieron imaginarse que esto sucedería. Los vacíos legales hay que llenarlos de forma correcta. Sin investidura no puede haber elecciones, en eso coincide la doctrina. Por tanto, hacía falta que alguien subiera a esta tribuna aun a riesgo de perder las votaciones. Es un servicio a España. El momento exige valentía. Estoy aquí porque los demás no han querido. Y si como consecuencia de esta investidura tengo que abandonar la política activa, lo doy por bien empleado.
Hasta aquí, el borrador de discurso de investidura para líder o lideresa valientes. Estamos a la espera de encontrarlo.