Erase una vez una bruja, (ya se sabe, de mala fama pública), que se ve en la situación de enfrentarse a los cuatro poderes que rigen la sociedad: la Propiedad, la Religión, la Fuerza del Estado y la Ley.
La bruja está en su casa, y de pronto, su vida es interrumpida por la aparición del ‘Propietario’, legítimo poseedor legal de la casa donde vive, que decide aprovecharse de la situación para violar a la bruja. En el forjeceo, la bruja mata al propietario. Pero queda embarazada, y nace un niño.
Es entonces cuando aparece una monja, que encarna el Poder que hace uso de la Religión. La monja quiere llevarse al niño, pero la bruja lucha con todas sus fuerzas para retener a su hijo, y en el enfrentamiento, la monja muere.
Aquí aparece el policía, que representa la Fuerza del Estado, y golpea a la bruja hasta dejarla inconsciente, y después construye un montaje policial para acusarla como terrorista peligrosa ante la Ley, colocando una pancarta de ‘Gora Alka-ETA’ sobre su cuerpo, y sacándole una foto, como prueba.
Así aparece el Juez, que acusa y condena a muerte a la protagonista, sacando una horca. La bruja se las arregla para engañar al juez, que mete la cabeza en su propia soga, y la aprovecha para ahorcarle, para salvar su propia vida.
Los titiriteros que cuentan esta historia han sido detenidos y puestos en prisión. A ellos, como a la bruja, también les colocaron la pancarta del montaje policial y la Ley Mordaza hizo el resto. Se les olvidó incluir un quinto poder supremo: los mass media, que hablan de monjas violadas que no existían en su obra (Religión) y de abuso de libertad en lugares públicos (Propiedad).
“Una obra satírica y carnavalesca que puede que fuera de mal gusto, que seguro que no era para niños, pero que como máximo ha sido un error. Una torpeza no es un delito. La sátira no es un delito. En una democracia sana, en un estado de derecho, hay que proteger toda libertad de expresión, hasta la que no nos guste, hasta la que nos moleste”. (Ada Colau, alcaldesa de Barcelona)
“La sátira es el arma más eficaz contra el poder: el poder no soporta el humor, ni siquiera los gobernantes que se llaman democráticos, porque la risa libera al hombre de sus miedos.” (Darío Fo, actor y escritor de teatro).