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Escapada
Oporto: mucho más que bodegas
Oporto se me antoja una ciudad que se despereza. No sé por qué, cada
ciudad me sugiere o evoca algo. Nueva York es un desenfreno. Tokio es
una algarabía de colores y sobre todo, de ruidos. Y Oporto, que no es
comparable en densidad a las anteriores urbes, parece una ciudad que va
despertando y se va desperezando poco a poco, sin prisa. Porque se diría
que el río Duero le confiere un carácter tranquilo,
pausado, pero no por ello aburrido, en absoluto. Aquí pasan muchas
cosas, basta mirar rápidamente la oferta cultural para percatarse de
ello.
cuenta con alternativas relacionadas con las artes que harían la envidia
de muchas otras ciudades y eso que no es excesivamente grande: 237.591
habitantes. Por ejemplo, están las que ofrecen la Casa da Música, un modernísimo edificio, conocido como el meteorito,
cuyo auditorio principal es digno de los mejores músicos y que además
cuenta con hermosas vistas panorámicas. Pero es que además la urbe tiene
un auditorio para escuchar ópera (el Coliseu do Porto) y una fundación,
Serralves, con un museo de arte contemporáneo donde uno puede pasarse
horas.
Oporto (Porto en portugués) es mucho más que bodegas, aunque sean
éstas las que la han posicionado mundialmente en el mapa. Por cierto que
las bodegas no se encuentran en Oporto sino en la ciudad de enfrente, Gaia:
cuando las empezaron a abrir, el obispo incrementó notablemente los
impuestos y entonces los bodegueros decidieron cruzar el río para no
pagar las tasas. También dicen que de la combinación de ambos nombres,
Porto y Gaia, vendría el nombre del país, Portugal.
aproveche la visita a las bodegas (las hay tradicionales como Ramos
Pinto, fundada en 1880, o el espacio Porto Cruz, un local interactivo,
multimedia, en el que aprender sobre la cultura del vino) para subir al mirador desde el que contemplar la ciudad. La mejor hora, sin duda, la del atardecer.
Otra bonita vista es la que ofrece un crucero por el Duero también conocido como el crucero de los seis puentes, siendo el más famoso de todos el realizado por el discípulo de Eiffel, el puente Luis I.
También es famoso porque en verano, los niños (conocidos como los niños
del río) se tiran para zambullirse en las aguas del río lo que es toda
una hazaña ya que la altura es de ¡18 metros! Esta práctica es casi una
tradición que muestra la particular relación de los habitantes con uno
de los elementos arquitectónicos más ilustres de la urbe, el puente.
También, durante el calor, suele ser común que los oriundos vayan a
bañarse a la playa del río, denominada el Algarve de los pobres.
descubrir sus calles lo que podrá hacer caminando o en uno de sus
tranvías. En el centro destacan los antiguos almacenes abandonados,
muchos de los cuales han sido reconvertidos en bares de copas, casi
todos de ingeniosa decoración, que convierten a esta zona en un mar de
bullicio por la noche.
De día, pasee tranquilamente para ir descubriendo su rica arquitectura: fachadas de tiendas con solera, el archifamoso café Majestic, la esplendorosa estación de San Bento, con sus 20.000 azulejos, la iglesia de San Idelfonso, el Palacio de la Bolsa .
Tómese su tiempo y piérdase por el mercado de Bolhao, abierto desde
1914 y uno de los mejores lugares donde captar la esencia de la ciudad.
También, cerca del anterior, podrá disfrutar de pequeñas tiendas de
ultramarinos que se conservan como si por ellas no hubiese pasado el
tiempo.
eso sí, no apto para temerosos de calorías. Fue idea de un portugués que
emigró a Francia y cuando volvió al país quiso darle otro aire al croque-monsieur. Lo aportuguesó.
Consiste en que, aparte de queso, lleva salchicha fresca, jamón york,
carne asada y bife. Por encima se riega con un caldo ligeramente picante
y se sirve acompañado de patatas fritas. Una de las mejores direcciones
para probarlo es el bar Buffet Fase, en la rua de Santa Catarina, donde llevan haciéndolo hace más de 30 años.
Otra posibilidad son los cachorros, perritos calientes, de un local cerca de la plaza de Batalha, o el sándwich de pernil
(jamón asado) del bar Guedes, que va acompañado de queso de la sierra
de la Estrela. Sin duda, las mejores delicatesen para seguir con el
paseo por las empinadas calles de la ciudad.
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ciudad me sugiere o evoca algo. Nueva York es un desenfreno. Tokio es
una algarabía de colores y sobre todo, de ruidos. Y Oporto, que no es
comparable en densidad a las anteriores urbes, parece una ciudad que va
despertando y se va desperezando poco a poco, sin prisa. Porque se diría
que el río Duero le confiere un carácter tranquilo,
pausado, pero no por ello aburrido, en absoluto. Aquí pasan muchas
cosas, basta mirar rápidamente la oferta cultural para percatarse de
ello.
Oporto cuenta con alternativas artísticas que harían la envidia de otras ciudadesLa ciudad, mundialmente conocida por sus vinos,
cuenta con alternativas relacionadas con las artes que harían la envidia
de muchas otras ciudades y eso que no es excesivamente grande: 237.591
habitantes. Por ejemplo, están las que ofrecen la Casa da Música, un modernísimo edificio, conocido como el meteorito,
cuyo auditorio principal es digno de los mejores músicos y que además
cuenta con hermosas vistas panorámicas. Pero es que además la urbe tiene
un auditorio para escuchar ópera (el Coliseu do Porto) y una fundación,
Serralves, con un museo de arte contemporáneo donde uno puede pasarse
horas.
Oporto (Porto en portugués) es mucho más que bodegas, aunque sean
éstas las que la han posicionado mundialmente en el mapa. Por cierto que
las bodegas no se encuentran en Oporto sino en la ciudad de enfrente, Gaia:
cuando las empezaron a abrir, el obispo incrementó notablemente los
impuestos y entonces los bodegueros decidieron cruzar el río para no
pagar las tasas. También dicen que de la combinación de ambos nombres,
Porto y Gaia, vendría el nombre del país, Portugal.
Paisajes urbanos
Las mejores vistas de Oporto se disfrutan desde Gaia, así queaproveche la visita a las bodegas (las hay tradicionales como Ramos
Pinto, fundada en 1880, o el espacio Porto Cruz, un local interactivo,
multimedia, en el que aprender sobre la cultura del vino) para subir al mirador desde el que contemplar la ciudad. La mejor hora, sin duda, la del atardecer.
Otra bonita vista es la que ofrece un crucero por el Duero también conocido como el crucero de los seis puentes, siendo el más famoso de todos el realizado por el discípulo de Eiffel, el puente Luis I.
También es famoso porque en verano, los niños (conocidos como los niños
del río) se tiran para zambullirse en las aguas del río lo que es toda
una hazaña ya que la altura es de ¡18 metros! Esta práctica es casi una
tradición que muestra la particular relación de los habitantes con uno
de los elementos arquitectónicos más ilustres de la urbe, el puente.
También, durante el calor, suele ser común que los oriundos vayan a
bañarse a la playa del río, denominada el Algarve de los pobres.
Callejeando por la ciudad
Pero basta ya de contemplar Oporto desde el exterior. Lo mejor esdescubrir sus calles lo que podrá hacer caminando o en uno de sus
tranvías. En el centro destacan los antiguos almacenes abandonados,
muchos de los cuales han sido reconvertidos en bares de copas, casi
todos de ingeniosa decoración, que convierten a esta zona en un mar de
bullicio por la noche.
De día, pasee tranquilamente para ir descubriendo su rica arquitectura: fachadas de tiendas con solera, el archifamoso café Majestic, la esplendorosa estación de San Bento, con sus 20.000 azulejos, la iglesia de San Idelfonso, el Palacio de la Bolsa .
Tómese su tiempo y piérdase por el mercado de Bolhao, abierto desde
1914 y uno de los mejores lugares donde captar la esencia de la ciudad.
También, cerca del anterior, podrá disfrutar de pequeñas tiendas de
ultramarinos que se conservan como si por ellas no hubiese pasado el
tiempo.
Delicias gastronómicas
La gastronomía es otro de los puntos fuertes de la visita: en las tiendas verá bacalao, por supuesto, pero también todo tipo de embutidos y ricos quesos. Y qué decir de las tascas donde poder comer a precios casi de risa: a los habitantes de Oporto se les conoce como tripeiros (de hecho cerca del río hay una estatua homenaje al tripeiro), y los callos son uno de los platos típicos que podrá encontrar en casi cualquier restaurante.El mejor lugar para probar el sándwich 'francesinha' es el bar Buffet FaseEl sándwich más famoso es la francesinha,
eso sí, no apto para temerosos de calorías. Fue idea de un portugués que
emigró a Francia y cuando volvió al país quiso darle otro aire al croque-monsieur. Lo aportuguesó.
Consiste en que, aparte de queso, lleva salchicha fresca, jamón york,
carne asada y bife. Por encima se riega con un caldo ligeramente picante
y se sirve acompañado de patatas fritas. Una de las mejores direcciones
para probarlo es el bar Buffet Fase, en la rua de Santa Catarina, donde llevan haciéndolo hace más de 30 años.
Otra posibilidad son los cachorros, perritos calientes, de un local cerca de la plaza de Batalha, o el sándwich de pernil
(jamón asado) del bar Guedes, que va acompañado de queso de la sierra
de la Estrela. Sin duda, las mejores delicatesen para seguir con el
paseo por las empinadas calles de la ciudad.
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ANTÓNIO FONSECA